Los padres son los padres, y tengas la edad que tengas, siempre van a opinar sobre tus decisiones, y si eso involucra un cambio de vida y especialmente un cambio en tu vía de ingresos, prepárate! En este post te cuento cómo convencí a mis padres de que para mí, hacer masajes era lo mejor del mundo.
Érase una vez…
Para empezar, tengo que decir que para la época en la estaba por entrar en conflicto con el universo, trabajaba para una oficina del Estado en Argentina, de hecho, una de las oficinas que más recaudaba ya que disponía de los fondos de jubilaciones y pensiones.
Eso significaba que mi sueldo, por lo menos durante los últimos años, fue bastante bueno. Y hay que agregar además que se trataba de un trabajo estable. Por lo que podría haber dispuesto de un flujo constante de ingresos por el resto de mi vida.
Pero había un pequeño detalle… no era feliz. Podrían pagarme el mejor sueldo, darme las mejores condiciones, todas las vacaciones pagas que quisieran, pero yo no era feliz.
Y es que simplemente el trabajo de oficina me resultaba no solamente tedioso sino agobiante, frustrante y estancado. ¿Cómo podría vivir así? Sentía que me asfixiaba, y cada día de mi vida, aunque suene paradójico, agradecía a Dios por poder tener medios para mantenerme, pero le suplicaba que me sacara de ese “infierno” que representaba la oficina.
Cabe aclarar también que por aquella época ya venía formándome y ejerciendo como masajista, al principio a domicilio, luego en un gabinete que monté en mi casa, cuando salía de mi trabajo.
Si bien la cosa no me iba espectacularmente bien, poco a poco iba creciendo, y a cada paso, más sentía que mi misión en la vida era hacer masajes, y no quedarme confinado a un box con un ordenador y resolviendo problemas de gestión de trámites ad eternum.
El comienzo del fin
Eso dio lugar a que un buen día (luego de una profunda depresión de la cual salí gracias al apoyo de mi mamá, mi abuela, y los remedios florales del Dr. Bach), me decidiera a anunciar oficialmente mi cambio de rumbo.
Estábamos en una mesa familiar mi padre, mi hermana mayor y su novio (ahora su marido). Entonces, en un impás que consideré apropiado para mi anuncio les dije: “Familia, tengo que decirles que el 31 de diciembre de este año (2007) dejaré la Administradora Nacional de la Seguridad Social”.
La atmósfera, que hasta el momento había sido bastante cálida, de repente se tornó ambigua: por un lado yo sentía que por primera vez acariciaba mi libertad, por otro, mi padre que parecía que le iba a dar un ataque, y por el otro, mi hermana y mi cuñado, que simplemente no sabían qué pensar o qué decir.
Debo confesar que durante bastante tiempo mi padre, aunque siempre se había mostrado abierto y comprensivo con mis cosas, esta vez le resultaba demasiado.
Y es que él vivió y creció en otra época, otro mundo. En su mundo lo más importante era sobrevivir (pasó una infancia de carencias en los suburbios de un pueblo perdido en Paraguay), así que el bien más preciado que esperaba para sus hijos era la estabilidad económica.
Sin embargo, en estos tiempos eso que llaman “estabilidad” solo existe en las películas de ciencia ficción. Ni el egresado de la mejor universidad del mundo puede tener la seguridad de mantener su puesto, y eso se refleja en las cifras de desempleo…
Pero mi intención no es hablar de la crisis, sino de cómo convencí a mis padres de que hacer masajes era lo mejor para mí.
Muy bien, vamos por partes:
Mi abuela
Mi abuela fue la primera que notó que algo en mí no andaba bien. Así que no solo no tuve que convencerla de lo que iba a hacer, sino que ella misma me incentivó. Sabía que había llegado a un punto de inflexión, donde solo podría salir del pozo si tomaba una decisión.
Mi mamá
A mi mamá tampoco tuve que convencerla mucho, ella también “olía” a la distancia (estaba viviendo en País Vasco en ese entonces) que solo un gran cambio podría alejarme de un futuro oscuro.
Mi papá
Si bien puedo decir que siempre he gozado de una excelente relación con él, esta vez la cosa parecía ser demasiado.
Todo este tema de dejar un empleo “seguro”, con un sueldo “estable”, y con “buenos” ingresos, era algo que definitivamente escapaba a su buen juicio.
Así que me puse a idear un plan para que mi partida hacia la “inseguridad con el masaje” dejara de ser tema de conversación constante, y a la vez dejara tranquila su mente preocupada.
Como mi padre es un hombre de negocios y muy rápido con las matemáticas, lo que hice fue un esquema en el que le mostraba cuánto podría ganar si hacía unos cuantos masajes por semana. En otras palabras, le hablé en su propio lenguaje. Le mostré también lo que estaba ganando como empleado público, y el efecto surgió al instante.
Cuando vio que los números reflejaban una suma considerable trabajando mucho menos que las 40 horas semanales que me separaban de mi libertad, la cosa comenzó a tener sentido y en poco tiempo pasó de la preocupación a la relajación y al apoyo.
Claro, lo que no le conté a mi padre en ese momento era que no tenía ni idea de cómo implementar esa estrategia para tener las nosecuántas terapias por semana, pero eso ya forma parte de otra historia…
Para resumir
Creo que el corolario de este relato es que creo y sostengo con mi propia experiencia, que el seguir tu corazón con lo que sea que te motive (en este caso el masaje tailandés!) es la mejor elección que puedes realizar en tu vida.
Como yo, puede que al principio tengas en contra a familiares y amigos, pero si apelas a:
- Que aquello por lo que vas te hará feliz (en lugar de argumentar que haces lo que haces porque se te canta las narices).
- Que si haces lo que realmente te gusta muy probablemente termines convirtiéndote en un experto requerido por muchos (= ahí tienes el trabajo asegurado papa!).
- Que sientes una vocación muy profunda y que eso te hará sentir que cumples con tu misión de vida…
Entonces no habrá familiar ni amigo ni nadie que resista tu iniciativa. Más bien, comenzarás a encontrar apoyo probablemente en las mismas personas que antes te contrariaban. Pero lo que es más importante, la vida misma se abrirá a tus pies.
Querido amigo/a, quisiera saber qué te parece mi historia. ¿Te resuena o te ves reflejado de alguna manera? Comparte con nuestra comunidad así nos enriquecemos todos, más abajo, en la sección de comentarios. Gracias!