Aquellos que han asistido a mis clases presenciales saben lo que me gustan las historias. Bien, a continuación deseo contarles cómo fue que me inicié en el maravilloso arte del masaje tradicional tailandés.
Todo comenzó por amor…
Todo empezó hace algo más de diez años, cuando mi novia de aquel momento insistía continuamente en que le hiciera un masaje.
En aquella época yo estudiaba traductorado de inglés, trabajaba en el archivo de expedientes jubilatorios más grande de la Argentina, y me dedicaba al kick boxing en mi tiempo libre, por lo que no tenía ni idea de lo que significaba hacer un masaje.
Como mi amor por esta chica era muy grande, y además siempre tuve una mente curiosa y ávida por aprender cosas nuevas, decidí comenzar a indagar sobre el tema.
Lo primero que hice fue buscar revistas sobre temas de salud y medicina alternativa. De esta forma di con un artículo que hablaba sobre cómo aliviar la espalda con técnicas manuales simples.
El artículo, aunque corto y muy básico, fue extremadamente revelador. Inmediatamente llamé a mi novia para ponerme manos a la obra e intentar plasmar en la práctica lo que había leído.
¡Bingo! A mi novia no solo le había gustado sino que definitivamente había notado que usaba una técnica. Sin darme cuenta, había comenzado mi carrera como masajista.
Pero como podrás imaginarte, no me contenté y me puse a investigar un poco más. Esta vez fue un libro sobre masaje de relajación, luego un librito sobre masaje chino, y luego otro más que no recuerdo.
Un paso más
Estaba muy emocionado por todo lo que estaba aprendiendo, pero necesitaba más, y los libros ya me estaban resultando algo limitados.
En esa época no existía Youtube, así que la opción más cercana era conseguirme algún DVD.
Ese fue realmente un paso adelante, ahora tenía la teoría de los libros, su explicación, las fotos, y además la imagen en movimiento.
Todo eso estaba muy bien, pero mi ansia por perfeccionarme crecía, y al poco tiempo todo lo que había recopilado dejó de ser suficiente, era momento de avanzar.
En este punto ya no había recurso que me pudiera satisfacer excepto uno. Entonces fue que en abril del año 2002 me inscribí en mi primer curso de masaje.
Aproximadamente un año más tarde, comencé a notar el desgaste de mis manos durante el trabajo, y me preguntaba si habría alguna técnica en la que pudiera usar todo el cuerpo, y de esa manera hacer un trabajo terapéutico y además equilibrado para mí. Entonces descubrí el masaje tradicional tailandés, y al poco tiempo comencé con la formación en Buenos Aires.
Este acontecimiento dio un giro de 180 grados no solo en mi vida profesional sino en la personal.
Un verdadero cambio de vida
Decir que el masaje me ha llevado a conocer personas de todo el mundo, a visitar lugares increíbles desde el caribe hasta el sudeste asiático, a descubrir técnicas asombrosas, todo eso no hace más que reducir una experiencia que fue y sigue siendo indescriptible, en un par de palabras que acotan su verdadero impacto.
Hoy día puedo decir que el masaje tailandés es mi medio de vida y mucho más, se ha convertido en mi misión.
Y en un momento tan especial donde el cambio de paradigma dicta la vuelta a lo trascendental, la vuelta a las raíces, elegir una técnica ancestral de sanación como el masaje tailandés, es elegir estar en sintonía con la nueva era.
El afán por descubrir y descubrirme en el masaje tradicional tailandés me ha puesto en la difícil situación de tener que alejarme de mi tierra y mis afectos. Pero a cambio, me ha recompensado con el valioso tesoro de vivir sabiendo que, tal y como había sospechado, la unión entre filosofía de vida y técnica, entre asistir en la salud del otro y en la de uno mismo, no son ideales anacrónicos de soñadores empedernidos, sino más bien una realidad a poner en marcha en los tiempos que corren.
Una vez más, si mi historia ha hecho eco en alguna parte de tu ser, compártelo con el resto de nuestra comunidad dejándome un comentario más abajo. También sería genial si lo compartieras en tus redes sociales.
Gracias y hasta la próxima!
Om Namah Sivaya…