Hubo una vez en que, sintiendo a flor de piel mi vocación por el masaje tailandés, debía aguantar un trabajo que no me gustaba, jornada tras jornada. Hasta que las vueltas de la vida hicieron que pudiera despegar y salir de un empleo indeseado para vivir del masaje thai. Aquí te cuento cómo lo hice.
«Dios, no sé hacia dónde me llevarás…»
En mis 20s, mi vista hacia el futuro estaba puesta como traductor de inglés. Había estudiado parte de la carrera en la Universidad de Buenos Aires, para luego pasarme al Instituto Lenguas Vivas. Cuando estaba más o menos hacia la mitad de la carrera algo sucedió, de repente me vi experimentando con la terapia manual, y todos los valores que había asignado a mi futuro se vieron revolucionados. Fue entonces cuando un pensamiento fugaz pero poderoso atravesó mi mente: «Dios, no sé hacia dónde me llevarás, ni tampoco si podré ganarme la vida con esto, pero siento que tengo que ir por este camino».
Me puse a aprender quiromasaje, masaje deportivo, medicina china, pero mi favorita fue desde el comienzo el masaje tradicional tailandés. A partir de entonces solo podía pensar en una cosa, cómo dejar el empleo que mantenía mis cursos, mi alquiler y mi comida, para vivir al 100% del masaje thai.
El proceso no fue fácil, tuve que pasar muchos años trabajando en oficina, haciendo lo que no me gustaba, para ir construyendo poco a poco la vida que quería tener como masajista.
Mirando hacia atrás, puedo reconocer algunas de las cosas que más me ayudaron a conseguirlo:
1) Mantener el foco
No había nada en mi vida que pudiera indicar que mis cosas iban a cambiar de rumbo: trabajaba para el Estado y esa era mi principal fuente de ingresos, no tenía posibilidad de escalar mi sueldo, ganaba en pesos, no tenía familiares ni amigos adinerados, vivía en un barrio que no era muy adecuado para el tipo de actividad que quería desarrollar, en fin, no sabía cómo salir.
Sin embargo, lo que sí era concreto era mi ánimo de lograr convertirme en profesional al 100%, no tenía ni pálida idea de cómo sortear todos los obstáculos, simplemente me levantaba cada día con la idea en mi cabeza. Fue duro, la pasaba muy mal en mi trabajo, como era la cara de un sistema que muchas veces no funcionaba bien, la violencia verbal estaba a la orden del día. Eso hizo que desarrollara una depresión como nunca antes me había imaginado. Así y todo, la imagen de mí mismo viviendo del masaje estaba siempre en mi mente.
2) Si las oportunidades no llegan, hay que crearlas!
Realmente, si hubo algo más difícil que mantener esta imagen mental a pesar de que la realidad me mostraba algo diferente, fue el salir de mi zona de confort e ir a por mi sueño, debía avanzar sin saber muy bien con qué me enfrentaría al darle a mi vida un rumbo distinto.
En mi caso particular, decidí sin más que ya no podía vivir así, y puse una fecha para mi «liberación». El 31 de diciembre del 2007 renuncié a la Administradora Nacional de la Seguridad Social (ANSES).
Después de eso, envié currículums a todos los hoteles y spas del país que me salían en Google. Como nada surgió de ello, puse en marcha mi «Plan B», que era viajar a España para visitar a mi madre, y de paso ver si podía encontrar alguna oportunidad. Eso nos lleva a la tercera pauta..
3) Ser flexible
Hice todo lo imaginablemente posible para conseguir ingresos a través del masaje, desde pasar papelillos debajo de las puertas, hasta poner anuncios por internet. Finalmente, a través de la web Infojobs, encontré una solicitud donde pedían masajistas para trabajar en cruceros. La idea no me apasionaba ya que sabía que tendría que someterme a una vida sin privacidad y bajo largas y extenuantes horas de trabajo, pero tenía que comer! Así pues, me adapté y decidí presentarme a una entrevista en Barcelona, y el 1 de diciembre del 2008 tomé un avión hacia Londres, donde tendría lugar mi training de 10 semanas para luego volar hacia Miami y embarcarme en el «Independence of the Seas», en ese momento el barco más nuevo y más grande de la flota del Royal Caribbean Cruises.
Un año después de esta experiencia, me encontraba en la India, donde me pidieron que diera una clase de masaje thai para la gente que estaba en el ashram donde yo me hospedaba. Estaba nervioso, nunca había dado una clase así, y menos con tan poca antelación, tenía solo 15 minutos para prepararme!
Hasta ese momento solo había pensado en dar masajes, y ahora la vida me ponía en una situación donde tenía que hacer algo que no me esperaba. La capacidad de ser flexible hizo que encontrara una nueva vocación en la enseñanza, una nueva forma de trabajar con el masaje thai, y que daría lugar al programa que actualmente doy en mi escuela.
Al volver a España, me vi en una situación parecida a cuando renuncié a mi trabajo de oficina: estaba con poco dinero, sin trabajo y con un futuro bastante incierto. Claro, podría haber pedido trabajo nuevamente para los cruceros, pero mi deseo era quedarme en tierra.
Nuevamente, tuve que adaptarme, vivir con lo mínimo hasta que el viento empezara a soplar a mi favor.
4) Sacar lo mejor de cada momento
Pasé por muchos «momentos oscuros» desde que emprendí mi aventura. Pero de alguna manera me empeñé en concentrarme en lo bueno en lugar de lo malo.
Cuando trabajaba en los barcos, la mayoría de mis colegas se quejaba por el exceso de trabajo, mientras yo me hacía popular por estar siempre sonriente. No es que no me afectara el cansancio, el estrés, las presiones de la manager de turno, etc., simplemente hacía lo que fuera para sacar lo mejor de cada situación.
Por ejemplo, si me sentía desbordado, iba a mirar la infinitud del mar desde fuera del spa, o pensaba en los paisajes y lugares nuevos que ese trabajo me permitía conocer. También recordaba lo mal que la pasaba cuando trabajaba para el ANSES, esos recuerdos minimizaban todo lo que pudiera estar padeciendo en el momento. Así que por muy feas que se pusieran las cosas, me mantenía alegre.
En mi primer año en Barcelona, después mi contrato en los cruceros y de viajar 6 meses por el Sudeste Asiático, veía cómo lentamente mis ahorros se iban consumiendo a una velocidad superior a la de mis ingresos, fue una época en la que vivía en un trastero, y mis posesiones se reducían a mi pequeña netbook, un puñado de libros y mi futón transportable que usaba para dormir en el suelo. Para mantener la cordura lo que hacía era pensar en que hacía apenas unos años atrás estaba trabajando de algo que no me llenaba como persona, y en ese momento, si bien a nivel económico no me estaba yendo bien, estaba feliz por trabajar de lo que sentía que había nacido para hacer.
5) Estar en constante adquisición de nuevas habilidades
Con esto no me refiero solamente al ámbito de las terapias. Claro que seguí formándome en la medida de mis posibilidades, pero de lo que hablo aquí es de otra cosa.
Más de una persona se detuvo a explicarme la mala decisión que había tomado al venirme a España debido a la crisis. En todo momento me resistí a ver esto como un impedimento para conseguir unos ingresos decentes, aunque no sabía cómo probarlo.
La respuesta fue abrirme paso, darme a conocer, y dar el mejor servicio que pudiera ofrecer. Tuve que aprender diversas habilidades que no me esperaba pero que veía convenientes, como abrir un blog, aprender a escribir mejor, crear anuncios, etc.
La cuestión es que estaba dispuesto a moverme y hacer lo necesario para lograr mis objetivos. Si hubiera tenido que aprender a conducir un cohete lo hubiera hecho!
Mi consejo
Por eso, si estás en una situación como en la que estuve yo, si estás aguantando en un trabajo que no te agrada, que sientes que no es para tí, no te quejes ni te desanimes, esas emociones solo te alejarán de tu sueño y te inducirán a seguir teniendo malas experiencias. En lugar de ello, comienza a configurar una imagen de tí como terapeuta full time, ayudando a muchas personas, aportando valor a sus vidas y ganando un buen sustento con tu trabajo.
No esperes a que las cosas cambien, cambia tú las cosas! Ponte a aprender masaje thai o la terapia que más te atraiga y domínala, adquiere experiencia, abre tu mente a otras prácticas que te ayuden a enriquecer tu técnica y practica practica practica! Luego, comienza a ver cuáles son las opciones que tienes a mano para comenzar el cambio de vida, puede que te convenga comenzar de a poco a trabajar menos en el empleo que no te gusta, y agregar horas a tu trabajo como terapeuta. O tal vez te convenga dejarlo todo y probar de trabajar por tu cuenta o en relación de dependencia para un spa o centro de terapias. Haz lo que sientas, o lo que tengas más a mano, pero muévete! No tengas miedo, puede que fracases, pero nunca lo sabrás si no lo intentas. Además, si fallas, siempre podrás volver a intentarlo en otro momento y utilizar lo aprendido para ganar impulso y hacer que salga mejor.
A veces surgirán situaciones que te obligarán a improvisar, a decidir en el momento, y a lo mejor tendrás que cambiar ligeramente de dirección. Sé flexible y explora, adáptate a lo que se te presente.
En cuanto te sientas descorazonad@ (y créeme, te sucederá en uno u otro momento), piensa en tu objetivo, piensa en que lo que sea que te estés enfrentando es simplemente una prueba que te hará más fuerte y te dará lo que necesitas para conseguir lo que quieres. Piensa que todo pasa, y que si otros lo han logrado, tu también puedes.
Finalmente, sé abierto a aprender. Ser un buen terapeuta no requiere únicamente saber bien cómo utilizar la técnica para ayudar a los demás. Si quieres vivir del masaje tendrás que convertirte en un verdadero «emprendedor holístico». Es decir, tendrás que aprender a comunicarte mejor con tus clientes potenciales, tendrás que tener conocimientos sobre marketing, informática, finanzas, etc. Solo así podrás vencer las barreras externas que te separan del éxito.
Puede que el camino se vea duro y difícil, pero vale la pena. Si sientes vocación hacia el masaje, ayudar a los demás, si sientes deseos de vivir plenamente, significa que debes moverte y andar, un paso a la vez. Si tienes paciencia, dedicación y perseverancia, verás que el mundo se abre a tus pies.
Muy bien, espero que no solamente te haya gustado el artículo, espero también que te anime a seguir desarrollándote como terapeuta, a moverte de a poco a una vida donde te puedas dedicar de lleno a brindar tratamientos y aliviar el sufrimiento del mundo, una persona a la vez.
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