El Ashiatsu es una de esas técnicas que siempre agradezco tener a mano, o mejor dicho, a pie. Su originalidad, simpleza y versatilidad hacen de ella una herramienta invaluable para todo el que desee involucrarse con las terapias manuales y el trabajo corporal. Veamos resumidamente por qué.
Para empezar, este “shiatsu con pies descalzos” como se lo suele llamar, no necesita de soportes, estructuras o camillas adaptadas para su ejercicio. Lejos queda la práctica homónima de EEUU, donde se la ha cambiado casi en su totalidad. Basta con buscar en youtube y se podrá verificar que la mayoría de los testimonios en vídeo son originarios de ese país, donde se ha transformado la técnica en algo completamente distinto al original, con los pies sí, pero con aceite, camilla, y barras adosadas a ella. No es mi intención criticar esta adaptación a sus preferencias, simplemente advertir al público novato de esta versión, casi en el opuesto al original de Japón.
En segundo lugar, dado que el tratamiento consta de presiones y rolados en todo el cuerpo del receptor, efectuándose con ropa y sobre colchoneta o futón, la sesión brinda un cúmulo de sensaciones completamente nuevas en el cliente, otorgando una sensación de confort y alivio diferentes, a veces hasta placenteramente desconcertante. En más de una oportunidad he escuchado por parte de mis clientes expresiones como “en un punto, no sabía si el masaje lo estabas haciendo con los pies, con las manos u otra parte del cuerpo”. En este sentido, el Ashiatsu aporta una cuota de exotismo; además de relajar, sorprende.
Por último, para aquéllos que ya manejan una técnica afín, como el shiatsu tradicional, el masaje tailandés, el amma-tuina de China, etc., el Ashiatsu provee no solo una alternativa para tener en cuenta a la hora de reducir el desgaste físico y energético que provoca el masaje, sino un complemento para la práctica que ya se domina.
Como terapeuta especializado en masaje tailandés, tengo que reconocer lo increíblemente útil que me resulta la combinación de ambas. En todo caso la diversificación, en su justa medida, nos hace crecer como terapeutas, enriquece nuestros tratamientos, y deja más felices a nuestros clientes. ¿Estás de acuerdo? Déjanos tu comentario.