No, no me equivoqué de título, ni de tema, ni de blog. Simplemente quería aprovechar este día de San Valentín para hablar de cómo el amor y el masaje thai se conectan para que, a través de ti, sanes y seas vehículo de sanación.
Todo comenzó el día que conocí al Sr. X
Hace unos cuantos años, yo estaba pasando por un momento un poco “denso” en mi vida. Resulta que un buen día conocí a un hombre, él era compañero de estudios en la Universidad de Buenos Aires; charlando un poco sobre la vida, me dijo: “Debes conseguirte una amante”.
Bue… –pensé-, es verdad, estaba solo, pero no sé hasta qué punto era eso lo que me afectaba.
Además, ¡como si encontrar una amante fuera tan fácil! Por lo menos para mí no lo era, ya que siempre fui (aunque no lo parezca), un poco tímido.
Quise saber un poco más, así que le pedí a este buen hombre que se explayara.
“Verás -dijo en su característico tono suave y calmado-, lo que necesitas para ser feliz es una amante, pero no me refiero necesariamente a una persona con quien puedas tener encuentros en la intimidad. Sino más bien algo que constituya un foco para que expreses todo el amor que puedes dar. Es decir, tu amante puede ser un hobbie, un trabajo, una misión, algo que puedas hacer con mucho amor”.
Esa última frase me quedó dando vueltas en la cabeza durante un tiempo, hasta que comprendí enteramente la dimensión del mensaje.
«Tu amante puede ser algo que puedas hacer con mucho amor».
Por aquella época estaba dando apenas mis primeros pasos como estudiante de quiromasaje y masaje deportivo, también estaba dedicando más tiempo a lecturas de las tradiciones espirituales de oriente.
Por fin conocí a mi amante
Así que cuando conocí el masaje tailandés y encontré sus raíces en lo más profundo de la filosofía budista, me di cuenta de que allí estaba mi amante.
Hoy me doy cuenta de que en mi vida no hubo mejor técnica de marketing que simplemente sentir amor por la técnica, amor hacia la posibilidad de practicarla, y por qué no, amor por persona receptora de ese masaje.
No olvidemos que uno de los principios fundamentales del budismo theravada aplicable al masaje thai es el concepto de “metta”, entendiéndose como “amor desapegado hacia todos los seres”.
Vamos a lo práctico
Para ir redondeando, lo que quiero decir es que al darme cuenta de que el masaje tailandés era completamente afín a mi filosofía personal, y que me sentía fenomenal al practicarla y recibirla, pues lo que me quedaba para “pellizcar” esa felicidad de la que me hablaba aquel hombre, era simplemente brindarla lo mejor que pudiera, todas las veces que pudiera, con todo el amor que pudiera.
Y a eso me dediqué todos estos años.
Recuerdo todavía que cuando recibí ese “atisbo de iluminación”, miré al cielo y le dije a Dios: “No sé si podré llegar a vivir del masaje thai, pero el masaje thai es lo que quiero hacer en mi vida”.
Y lo que sucedió fue algo mágico y maravilloso.
Puse mi determinación en hacer masaje thai con mi mejor sonrisa todas las veces que tuviera oportunidad.
Durante los primeros años, de 10 masajes, con suerte cobraba 1. En ese período mi mejor recompensa era la expresión de alivio de mis clientes, y la experiencia que adquiría con cada masaje.
Con el correr de los años el porcentaje se fue revirtiendo, al momento presente puedo decir que de 10 masajes, uno lo hago sin cobrar. Pero lo que no cambió fue esta idea de practicar con amor.
Por eso, amigos, amigas, querido/a lector/a, llego al fin de este artículo con la conclusión de que más allá de que seas más o menos versado en la técnica, estés aprendiendo para ejercer profesionalmente o bien para compartirlo con tus familiares y amigos, sea por curiosidad o por cualquier otra motivación, has de saber que la mejor manera de hacer masaje tailandés es hacerla con todo tu amor.
Que Dios te Bendiga.
Tu opinión me interesa, déjame tu comentario más abajo y cuéntame si tu ya encontraste o estás buscando a tu amante.
Si quieres seguir recibiendo artículos y tips, no olvides suscribirte a mi newsletter gratuito!