La relación actual entre el masaje y la sensualidad es innegable. El contacto, la intimidad del gabinete, el ambiente colmado de aromas, todos estos factores, sumados a la habilidad técnica y apariencia del terapeuta, son caldo de cultivo para manifestar todo un mundo de sensaciones eróticas en el receptor. Y especialmente en Tailandia, que constituye uno de los epicentros más grandes del comercio sexual del mundo, este lugar común se manifiesta a la orden del día. Sin embargo, el masaje tailandés fue desde sus inicios (y continúa siendo) un masaje terapéutico y profundamente espiritual.
Lamentablemente son muchos los que hoy día siguen confundiendo el nuad boran con el masaje sexual. Esto tiene raíz en la guerra de EEUU con Vietnam, desde finales de la década del 50 hasta 1975, cuando los soldados norteamericanos, camino a su campo de batalla, pasaban por Tailandia para abastecerse de víveres, y de paso satisfacer sus apetitos sexuales. La industria sexual creció enormemente durante ese período, y al terminar la guerra, la fascinación por la belleza de los paisajes tailandeses quedó ligada al turismo sexual.
Por otra parte, el masaje tradicional tailandés nació como una práctica de sanación, y no como una actividad sensual. De hecho, en sus orígenes el masaje tai se efectuaba exclusivamente en los templos, y nunca un terapeuta varón tocaba a una mujer, la mujer era entrenada en los templos para efectuar el masaje a otras mujeres en el ámbito hogareño. Además, el masaje era realizado con todo el cuerpo cubierto de ropa. El masaje suave con aceite comenzó a difundirse en Tailandia solo desde hace unas tres de décadas a partir de las exigencias del turismo occidental, más que una práctica ancestral, el uso del aceite en el masaje tal y como lo conocemos, deviene de una necesidad de mercado.
El masaje tailandés original dista del masaje sensual por su connotación, sensación y objetivo. Como mencionamos anteriormente, el primero tiene como base fundamental la sanación; además, el masaje tradicional con sus presiones y estiramientos influyen sobre todos los aspectos del paciente: físico, mental, emocional y energético. En definitiva, podemos decir que quedarnos con la concepción sensual del masaje tailandés es reducirlo a un falso conjunto de imágenes que nada tienen que ver con su real alcance, que conduce más allá del placer físico, hacia un estado holístico de bienestar y salud, un verdadero final feliz.
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